afrontar

embarazos ajenos

Ocurre que durante un proceso de fertilidad son tantas las emociones que vivimos que eclosionan unas con otras dando lugar a otras nuevas a las que no sabemos poner ni nombre.

Es justo esto lo que ocurre cuando un paciente de reproducción asistida recibe la noticia de que alguien de su entorno está esperando un bebé.

En este artículo vamos a intentar explicar progresivamente como se suceden los acontecimientos y como nos sentimos para que al reconocer nuestras emociones normalicemos cada una de ellas.

Vamos allá.

Hay que partir de cero explicando que un paciente de reproducción asistida atraviesa a diario infinitas preguntas sobre su futuro más inmediato y a largo plazo: “¿Irá bien mi próximo tratamiento? ¿Podré superar no ser padre/madre? ¿Cómo va a ser mi vida si no lo consigo?”

Teniendo en cuenta estas preguntas y su estado de ánimo es fácil hacerse a la idea de que su estado de ansiedad es permanente.

Pese a todo la vida avanza (afortunadamente) y a nuestro alrededor siguen ocurriendo acontecimientos independientemente de los obstáculos que nosotros estemos viviendo, por lo tanto recibir la noticia de un embarazo de alguien de nuestro entorno suele ser algo frecuente.

Para quien da la noticia, si sabe la situación por la que pasa el paciente, suele ser también algo complejo porque entiende que ésta puede resultar dolorosa, pero… obviamente hay que decirlo, ocultarlo no haría otra cosa que agravar la situación.

Si no se sabe, simplemente se da como lo que es: una buenísima noticia: un nuevo miembro se une al clan.

Cuando nos enteramos de que alguien a nuestro alrededor va a tener un bebé se desencadena un movimiento de emociones como si fuera una sinfonía de explosiones sorpresa: comienza con una diminuta alegría que pasa desapercibida, seguida de un golpe en el centro del alma que te recuerda con malvada contundencia que  “tú no puedes ser madre”, una bola negra de tristeza, rabia e impotencia… y justo después el bombazo final  “¿En serio estoy enfadada porque esta persona esté embarazada? SOY MALA. Esta situación me ha vuelto mala persona. No puedo alegrarme por algo bueno.”

El objetivo de este post es desgranar estas emociones para que observéis desde otra perspectiva de dónde viene esa sensación tan confusa de “No puedo alegrarme y me siento fatal por ello”.

Vamos por partes.

No eres mala persona...

Todas nuestras emociones tienen la facultad de brotar de manera natural y son una fuente de información muy saludable para detectar qué nos está pasando.

Cada una de ellas son la respuesta a la situación actual que vivimos y por separado tienen sus propios componentes: lo que arrastramos de atrás, nuestra energía, la forma que tenemos de encarar la vida y otros factores psicosociales que varían según una persona u otra.

Si pensamos en cada una de ellas de manera individual y las observamos con detenimiento será como  saborear un batido de frutas e intentar descubrir todos los ingredientes.

Uno de los sentimientos que más nos afecta es percibir algo parecido a la envidia o los celos, y es  terriblemente desestabilizador porque hasta la fecha la noticia de un embarazo no sólo te había alegrado sino que te involucrabas en todo y en otras circunstancias hubieras organizado con detalle una Baby Shower o estarías almacenando pequeños regalos para el futuro bebé.

Ese sentimiento tan inquietante es el resultado de mezclar: una profunda tristeza por los acontecimientos actuales y el miedo de que tú no consigas ser madre.

Por lo tanto, ni eres mala persona ni has perdido la capacidad de alegrarte por el bien ajeno: Deja de culpabilizarte por eso.

Cada vez que suena en tu cabeza algo parecido a la culpabilidad debes cambiar la frecuencia de inmediato.

Se compasiva contigo misma.

¿Cómo hacerlo?  Te proponemos este ejercicio:

Toma un papel y un bolígrafo y revive la escena en la que te comunicaron ese embarazo.

Anota una por una las emociones que vas sintiendo.

¿Ya las tienes todas?

Fenomenal.  Analiza una a una preguntándote por qué crees que emitieron ese impacto en ti.  Se benevolente contigo misma.

Ejemplo:

«Sentí enfado» Sentí enfado porque me pregunté por qué para ella es tan fácil y para mí tan complicado.

Una vez que le hayas dado una razón de ser a cada emoción vuelve al inicio de la lista y explícate qué estás haciendo al respecto.

Ejemplo:

– Enfado – Sentí enfado porque me pregunté por qué para ella es tan fácil y para mí tan complicado.Estoy en tratamiento, sumando posibilidades para que un día yo también pueda anunciar un embarazo.  Estoy en ello.

Dale una razón de ser a cada emoción.

En definitiva, sentirte culpable por «sentir» es algo que debes empezar a perdonarte.

Te recordamos que eres humana y que para sanar lo primero que hay que hacer es dejar que nuestras emociones se expresen, campen a sus anchas y podamos observalrlas y reconocerlas.

Una vez más os recomendamos que a ser posible no hagáis este viaje en solitario y que si contáis con la ayuda de una psicóloga o psicólogo especializado en procesos de fertilidad os hará las veces de traductor de emociones y os ayudará a recolocar y normalizar cada sentimiento.